domingo, 26 de abril de 2020

Sin fidelidad no hay familia

Los mejores momentos que vivimos en familia










Hoy día, asistimos a un nuevo impulso de la pastoral familiar, a nivel eclesial. Innumerables cristianos, hombres y mujeres, grupos, organizaciones… impulsan el auténtico sentido cristiano del vivir en familia. Y es que vivir en familia, según los valores cristianos, se nos presenta como todo un reto.

Los signos de los tiempos piden una urgente labor misionera a nivel familiar. Nuevas concepciones de la familia logran posponer el ideal cristiano de la familia a un segundo plano. Y me refiero a las uniones de hecho entre personas de diferente sexo o de un mismo sexo.

El primer reto que se nos presenta es el de la fidelidad. La fidelidad matrimonial es una de las características fundamentales del matrimonio cristiano. Precisamente el matrimonio es la base de la familia, conformándose como institución natural. 

El que dos personas se amen bajo un mismo techo en el vínculo del amor matrimonial es la punta de lanza de la familia. Sin ese amor primigenio, no hay familia. En tal caso nos encontraríamos con dos individuos viviendo hipócrita y lastimosamente sus vidas.

Es este amor inicial entre hombre y mujer el iniciador de una comunidad de vida. Desde la libertad y la responsabilidad ambas personas se estimulan para vivir unidas en la caridad, en la donación mutua y en la entrega a los demás. Todo ello unido al querer de Dios, que ha dado el ser a esa vida en común. Y este es el núcleo de la fidelidad cristiana en el sacramento del matrimonio.

Gracias a la fidelidad conyugal, la pareja acoge con cariño el principio de conservar la especie, engendrando a sus hijos. Desde la inteligencia, la sensibilidad, el amor y la ternura, la familia va fraguando su camino en la fidelidad y el respeto mutuo.

La fidelidad ayuda a crear una comunicación entre los esposos. Comunicación que se vería cortada con la tradición de uno de los dos. 

La fidelidad, por lo tanto, desarrolla el auténtico matrimonio y fomenta la pacífica y cariñosa convivencia familiar.



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