Hablar de la familia hoy en día es un desafío, un reto para nuestra vida y fe cristianas.
Los entendidos dicen que la familia es el “núcleo de nuestra sociedad” y que sin familias no habría sociedad o, por lo menos, cierta organización social.
A largo de este blog no vamos a contentarnos con presentar la problemática de la familia bajo un barniz social. Iremos más allá. Nos adentraremos en los valores humanos y cristianos de la familia, en la responsabilidad de cada miembro familiar.
Contemplaremos la
verdadera formación en el seno de la familia y los problemas que la rodean
actualmente. Todo ello se presentará desde un punto de vista cristiano y desde
los valores humanos.
San Juan Pablo II, el 5 de junio de 1979
decía en Czestochowa, ante la Virgen Negra: “Debo
la vida, la fe, la lengua, a una familia polaca. Que la familia no deje jamás
de ser fuerte con la fuerza de Dios. Que supere todo cuanto la debilita, la
destroza, todo cuanto no le permite ser verdadero ambiente de vida y de amor”, elocuentes
palabras del Papa polaco.
Y es que la familia necesita hoy más que
nunca de nuestra defensa. Las familias viven en una “atmósfera de
desconcierto”, sin un destino aparente en la educación de sus hijos, junto con
desaveniencias profundas en la convivencia diaria, falta de diálogo, de
comprensión, de encuentro mutuo.
Se ha perdido el norte de la autorrealización
como persona en el seno de la familia y, por ello, se buscan otros sustitutos
de la familia o sucedáneos.
Karol Wojtyla y otros muchos pensadores
actuales remarcan la importancia fundamental de la familia como “constructora”
de nuestra sociedad. La familia es transmisora de valores humanos y cristianos,
forma personas que regirán el rumbo de la sociedad futura, engendra
profesionales para el mañana.
No debemos cerrar los ojos ante los problemas
que acechan a nuestras familias. El valor de la familia se haya hoy día
amenazado por presiones sociales y económicas. Tanto la industria abortiva como
la del preservativo lo saben muy bien.
La familia es necesaria no solamente
para el bien de cada persona, sino también para el bien común de toda sociedad y
nación.
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