sábado, 23 de mayo de 2020

Generosidad desde la maternidad y la paternidad


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La mejor manera de ver hecho realidad el amor entre los esposos es la paternidad y la maternidad. Ambas situaciones, vividas con generosidad, llenan la convivencia de todo matrimonio. Lejos de ser estorbos, los hijos ofrecen, estabilidad y felicidad a la convivencia conyugal.

Igualmente, la maternidad y paternidad responsables exigen dar respuesta a los retos educativos actuales. Superando la cultura del placer y de la violencia. Los padres no han de basar la felicidad de sus hijos en la abundancia de bienes materiales.

La felicidad de sus hijos debe centrarse en el cariño, el diálogo y la confianza mutua. El niño crece y se supera día a día en experiencia de la entrega cariñosa de los propios padres.

Además de cariño, hay que dar valores. Si hay gameboy o playstation no llena, si el videojuego insatisface al hijo, es por algo. Los hijos necesitan valores, ya desde la edad más tierna. Con el transcurrir de los años cada vez se sentirán más útiles ante la sociedad que les rodea; una sociedad necesitada de constructores de la civilización del amor.

Es, ni más ni menos, lo que Juan Pablo II nos desea transmitir con estas palabras suyas: “Las decisiones con respecto al número de los hijos y a los sacrificios que ellos se derivan, no deben ser tomadas sólo con miras a aumentar las propias comodidades y asegurar una vida tranquila (…) los padres se recordarán a sí mismos que es menor mal negar a sus hijos ciertas comodidades y ventajas materiales, que privarles de la presencia de hermanos y hermanas que podrían ayudarles a desarrollar su humanidad y realizar la belleza de la vida en cada una de sus fases y en toda su variedad” (cf. Homilía en Washington, 7-10-1979).

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